POESÍAS

En este espacio se subirán quincenalmente poesías para leer y analizar. Cada semana las poesías serán de un autor diferente. Durante la 2ª semana se votará la mejor poesía de la semana. Esta semana nuestro poeta será Bécquer.

20 comentarios:

  1. Por una mirada, un mundo;
    por una sonrisa, un cielo;
    por un beso...¡yo no sé
    qué te diera por un beso!

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  2. Volverán las oscuras golondrinas
    en tu balcón sus nidos a colgar,
    y, otra vez, con el ala a sus cristales
    jugando llamarán;
    pero aquéllas que el vuelo refrenaban
    tu hermosura y mi dicha al contemplar,
    aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
    ésas... ¡no volverán!

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  3. Saeta que voladora
    cruza, arrojada al azar,
    y que no se sabe dónde
    temblando se clavará,
    hoja que del árbol seca
    arrebata el vendaval,
    sin que nadie acierte el surco
    donde al polvo volverá,
    gigante ola que el viento
    riza y empuja en el mar,
    y rueda y pasa, y se ignora
    qué playa buscando va,
    luz que en cercos temblorosos
    brilla, próxima a expirar,
    y que no se sabe de ellos
    cuál el último será,
    eso soy yo, que al acaso
    cruzo el mundo sin pensar
    de dónde vengo ni a dónde
    mis pasos me llevarán.

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  4. Lo que el salvaje que con torpe mano
    hace de un tronco a su capricho un dios,
    y luego ante su obra se arrodilla,
    eso hicimos tú y yo.

    Dimos formas reales a un fantasma,
    de la mente ridícula invención,
    y hecho el ídolo ya, sacrificamos
    en su altar nuestro amor.

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  5. Llegó la noche, y no encontré un asilo,
    ¡y tuve sed!... mis lágrimas bebí,
    ¡y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos
    cerré para morir!
    ¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído
    de las turbas llegaba el ronco hervir,
    yo era huérfano y pobre... ¡El mundo estaba
    desierto... para mí!

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  6. ¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día
    me admiró tu cariño mucho más,
    porque lo que hay en mí que vale algo,
    eso..., ni lo pudistes sospechar.

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  7. —¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas
    en mi pupila tu pupila azul,
    ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
    Poesía... eres tú.

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  8. La lógica sabe fraguar razonamientos inatacables
    que, a pesar de todo, no convencen.
    ¡Con tanta facilidad se sacan deducciones
    precisas de una base falsa!

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  9. Yo sé un himno gigante y extraño
    que anuncia en la noche del alma una aurora,
    y estas páginas son de ese himno
    cadencias que el aire dilata en las sombras.

    Yo quisiera escribirle, del hombre
    domando el rebelde, mezquino idioma,
    con palabras que fuesen a un tiempo
    suspiros y risas, colores y notas.

    Pero en vano es luchar, que no hay cifra
    capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,
    si, teniendo en mis manos las tuyas,
    pudiera, al oído, cantártelo a solas.

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  10. RIMA XXX

    Asomaba a sus ojos una lágrima
    y a mi labio una frase de perdón;
    habló el orgullo y se enjugó su llanto,
    y la frase en mis labios expiró.

    Yo voy por un camino; ella, por otro;
    pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
    yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
    Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?

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  11. Como se arranca el hierro de una herida
    su amor de las entrañas me arranqué,
    ¡aunque sentí al hacerlo que la vida
    me arrancaba con él!
    Del altar que le alcé en el alma mía
    la voluntad su imagen arrojó,
    y la luz de la fe que en ella ardía
    ante el ara desierta se apagó.
    Aun para combatir mi firme empeño
    viene a mi mente su visión tenaz...
    ¡Cuándo podré dormir con ese sueño
    en que acaba el soñar!!

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  12. ¿Quieres que de ese néctar delicioso
    no te amargue la hez?
    Pues aspírale, acércale a tus labios
    y déjale después.

    ¿Quieres que conservemos una dulce
    memoria de este amor?
    Pues amémonos hoy mucho y mañana
    ¡digámonos, adiós! na:

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  13. Volverán las oscuras golondrinas
    en tu balcón sus nidos a colgar,
    y otra vez con el ala a sus cristales
    jugando llamarán.

    Pero aquellas que el vuelo refrenaban
    tu hermosura y mi dicha a contemplar,
    aquellas que aprendieron nuestros nombres...
    ¡esas... no volverán!.

    Volverán las tupidas madreselvas
    de tu jardín las tapias a escalar,
    y otra vez a la tarde aún más hermosas
    sus flores se abrirán.

    Pero aquellas, cuajadas de rocío
    cuyas gotas mirábamos temblar
    y caer como lágrimas del día...
    ¡esas... no volverán!

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  15. Cristina:En esta pobre aldea donde la vida es amarga,
    El triste campo de muerte, de aspecto maldito,
    Viene a mostrar las lágrimas del ciprés y del tejo
    ¡Al alma del caminante que palidece y se oprime!
    Allá, a la vista de esas tumbas, en el lastimoso capitel,
    Donde los ricos se duermen bajo la engañosa gloria,
    Pero en frágiles cruces, indicación tan natural
    ¡Del sitio donde el pobre ha terminado la miseria!
    En la ciudad donde siempre se desborda el placer,
    Donde la abundancia suple el deseo más simple,
    ¡La muerte no es el fin de la esclavitud!
    Pero en la triste aldea, donde duerme el desánimo,
    ¡Oh! ¡la muerte no sabría cómo venir tan rápidamente!...
    ¡Y por tanto en la ciudad, se muere como en la aldea!

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  16. ¡Cuántas veces, al pie de las musgosas
    paredes que la guardan,
    oí la esquila que al mediar la noche
    a los maitines llama!

    ¡Cuántas veces trazó mi silueta
    la luna plateada,
    junto a la del ciprés, que de su huerto
    se asoma por las tapias!

    Cuando en sombras la iglesia se envolvía,
    de su ojiva calada,
    ¡cuántas veces temblar sobre los vidrios
    vi el fulgor de la lámpara!

    Aunque el viento en los ángulos oscuros
    de la torre silbara,
    del coro entre las voces percibía
    su voz vibrante y clara.

    En las noches de invierno, si un medroso
    por la desierta plaza
    se atrevía a cruzar, al divisarme
    el paso aceleraba.

    Y no faltó una vieja que en el torno
    dijese a la mañana,
    que de algún sacristán muerto en pecado
    acaso era yo el alma.

    A oscuras conocía los rincones
    del atrio y la portada;
    de mis pies las ortigas que allí crecen
    las huellas tal vez guardan.

    Los búhos, que espantados me seguían
    con sus ojos de llamas,
    llegaron a mirarme con el tiempo
    como a un buen camarada.

    A mi lado sin miedo los reptiles
    se movían a rastras;
    hasta los mudos santos de granito
    creo que me saludaban.

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  17. Cuando sobre el pecho inclinas
    la melancólica frente,
    una azucena tronchada
    me pareces.
    Porque al darte la pureza
    de que es símbolo celeste,
    como a ella te hizo Dios
    de oro y nieve.

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  18. Usuario Tu pupila es azul, y cuando ríes,
    su claridad suave me recuerda
    el trémulo fulgor de la mañana,
    que en el mar se refleja.

    Tu pupila es azul, y cuando lloras,
    las trasparentes lágrimas en ella
    se me figuran gotas de rocío
    sobre una violeta.

    Tu pupila es azul, y si en su fondo
    como un punto de luz radia una idea,
    me parece en el cielo de la tarde
    una perdida estrella.

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  19. Duele amar,
    cuando no eres correspondido,
    cuando todas las cosas,
    se quedan en el olvido.

    Duele amar,
    a la persona equivocada,
    de la que siempre te dijo,
    que mucho te amaba.

    Duele amar,
    sin ser amado,
    pero duele más,
    estar equivocado.

    Por eso,
    y por muchas cosas más,
    verdad que duele amar......

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