Este blog pretende ser un espacio creado para que los alumnos interaccionen en aspectos que no se puede en el aula.
POESÍAS
En este espacio se subirán quincenalmente poesías para leer y analizar. Cada semana las poesías serán de un autor diferente. Durante la 2ª semana se votará la mejor poesía de la semana. Esta semana nuestro poeta será Bécquer.
Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y, otra vez, con el ala a sus cristales jugando llamarán; pero aquéllas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha al contemplar, aquéllas que aprendieron nuestros nombres... ésas... ¡no volverán!
Saeta que voladora cruza, arrojada al azar, y que no se sabe dónde temblando se clavará, hoja que del árbol seca arrebata el vendaval, sin que nadie acierte el surco donde al polvo volverá, gigante ola que el viento riza y empuja en el mar, y rueda y pasa, y se ignora qué playa buscando va, luz que en cercos temblorosos brilla, próxima a expirar, y que no se sabe de ellos cuál el último será, eso soy yo, que al acaso cruzo el mundo sin pensar de dónde vengo ni a dónde mis pasos me llevarán.
Llegó la noche, y no encontré un asilo, ¡y tuve sed!... mis lágrimas bebí, ¡y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos cerré para morir! ¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído de las turbas llegaba el ronco hervir, yo era huérfano y pobre... ¡El mundo estaba desierto... para mí!
La lógica sabe fraguar razonamientos inatacables que, a pesar de todo, no convencen. ¡Con tanta facilidad se sacan deducciones precisas de una base falsa!
Yo sé un himno gigante y extraño que anuncia en la noche del alma una aurora, y estas páginas son de ese himno cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirle, del hombre domando el rebelde, mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar, que no hay cifra capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!, si, teniendo en mis manos las tuyas, pudiera, al oído, cantártelo a solas.
Asomaba a sus ojos una lágrima y a mi labio una frase de perdón; habló el orgullo y se enjugó su llanto, y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro; pero, al pensar en nuestro mutuo amor, yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día? Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?
Como se arranca el hierro de una herida su amor de las entrañas me arranqué, ¡aunque sentí al hacerlo que la vida me arrancaba con él! Del altar que le alcé en el alma mía la voluntad su imagen arrojó, y la luz de la fe que en ella ardía ante el ara desierta se apagó. Aun para combatir mi firme empeño viene a mi mente su visión tenaz... ¡Cuándo podré dormir con ese sueño en que acaba el soñar!!
Cristina:En esta pobre aldea donde la vida es amarga, El triste campo de muerte, de aspecto maldito, Viene a mostrar las lágrimas del ciprés y del tejo ¡Al alma del caminante que palidece y se oprime! Allá, a la vista de esas tumbas, en el lastimoso capitel, Donde los ricos se duermen bajo la engañosa gloria, Pero en frágiles cruces, indicación tan natural ¡Del sitio donde el pobre ha terminado la miseria! En la ciudad donde siempre se desborda el placer, Donde la abundancia suple el deseo más simple, ¡La muerte no es el fin de la esclavitud! Pero en la triste aldea, donde duerme el desánimo, ¡Oh! ¡la muerte no sabría cómo venir tan rápidamente!... ¡Y por tanto en la ciudad, se muere como en la aldea!
Cuando sobre el pecho inclinas la melancólica frente, una azucena tronchada me pareces. Porque al darte la pureza de que es símbolo celeste, como a ella te hizo Dios de oro y nieve.
Por una mirada, un mundo;
ResponderEliminarpor una sonrisa, un cielo;
por un beso...¡yo no sé
qué te diera por un beso!
Volverán las oscuras golondrinas
ResponderEliminaren tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!
Saeta que voladora
ResponderEliminarcruza, arrojada al azar,
y que no se sabe dónde
temblando se clavará,
hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde al polvo volverá,
gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y se ignora
qué playa buscando va,
luz que en cercos temblorosos
brilla, próxima a expirar,
y que no se sabe de ellos
cuál el último será,
eso soy yo, que al acaso
cruzo el mundo sin pensar
de dónde vengo ni a dónde
mis pasos me llevarán.
Lo que el salvaje que con torpe mano
ResponderEliminarhace de un tronco a su capricho un dios,
y luego ante su obra se arrodilla,
eso hicimos tú y yo.
Dimos formas reales a un fantasma,
de la mente ridícula invención,
y hecho el ídolo ya, sacrificamos
en su altar nuestro amor.
Llegó la noche, y no encontré un asilo,
ResponderEliminar¡y tuve sed!... mis lágrimas bebí,
¡y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos
cerré para morir!
¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído
de las turbas llegaba el ronco hervir,
yo era huérfano y pobre... ¡El mundo estaba
desierto... para mí!
¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día
ResponderEliminarme admiró tu cariño mucho más,
porque lo que hay en mí que vale algo,
eso..., ni lo pudistes sospechar.
—¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas
ResponderEliminaren mi pupila tu pupila azul,
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
La lógica sabe fraguar razonamientos inatacables
ResponderEliminarque, a pesar de todo, no convencen.
¡Con tanta facilidad se sacan deducciones
precisas de una base falsa!
Yo sé un himno gigante y extraño
ResponderEliminarque anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!,
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, cantártelo a solas.
RIMA XXX
ResponderEliminarAsomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?
Como se arranca el hierro de una herida
ResponderEliminarsu amor de las entrañas me arranqué,
¡aunque sentí al hacerlo que la vida
me arrancaba con él!
Del altar que le alcé en el alma mía
la voluntad su imagen arrojó,
y la luz de la fe que en ella ardía
ante el ara desierta se apagó.
Aun para combatir mi firme empeño
viene a mi mente su visión tenaz...
¡Cuándo podré dormir con ese sueño
en que acaba el soñar!!
¿Quieres que de ese néctar delicioso
ResponderEliminarno te amargue la hez?
Pues aspírale, acércale a tus labios
y déjale después.
¿Quieres que conservemos una dulce
memoria de este amor?
Pues amémonos hoy mucho y mañana
¡digámonos, adiós! na:
Volverán las oscuras golondrinas
ResponderEliminaren tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
e seguido la poesia de joaquin
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ResponderEliminarCristina:En esta pobre aldea donde la vida es amarga,
ResponderEliminarEl triste campo de muerte, de aspecto maldito,
Viene a mostrar las lágrimas del ciprés y del tejo
¡Al alma del caminante que palidece y se oprime!
Allá, a la vista de esas tumbas, en el lastimoso capitel,
Donde los ricos se duermen bajo la engañosa gloria,
Pero en frágiles cruces, indicación tan natural
¡Del sitio donde el pobre ha terminado la miseria!
En la ciudad donde siempre se desborda el placer,
Donde la abundancia suple el deseo más simple,
¡La muerte no es el fin de la esclavitud!
Pero en la triste aldea, donde duerme el desánimo,
¡Oh! ¡la muerte no sabría cómo venir tan rápidamente!...
¡Y por tanto en la ciudad, se muere como en la aldea!
¡Cuántas veces, al pie de las musgosas
ResponderEliminarparedes que la guardan,
oí la esquila que al mediar la noche
a los maitines llama!
¡Cuántas veces trazó mi silueta
la luna plateada,
junto a la del ciprés, que de su huerto
se asoma por las tapias!
Cuando en sombras la iglesia se envolvía,
de su ojiva calada,
¡cuántas veces temblar sobre los vidrios
vi el fulgor de la lámpara!
Aunque el viento en los ángulos oscuros
de la torre silbara,
del coro entre las voces percibía
su voz vibrante y clara.
En las noches de invierno, si un medroso
por la desierta plaza
se atrevía a cruzar, al divisarme
el paso aceleraba.
Y no faltó una vieja que en el torno
dijese a la mañana,
que de algún sacristán muerto en pecado
acaso era yo el alma.
A oscuras conocía los rincones
del atrio y la portada;
de mis pies las ortigas que allí crecen
las huellas tal vez guardan.
Los búhos, que espantados me seguían
con sus ojos de llamas,
llegaron a mirarme con el tiempo
como a un buen camarada.
A mi lado sin miedo los reptiles
se movían a rastras;
hasta los mudos santos de granito
creo que me saludaban.
Cuando sobre el pecho inclinas
ResponderEliminarla melancólica frente,
una azucena tronchada
me pareces.
Porque al darte la pureza
de que es símbolo celeste,
como a ella te hizo Dios
de oro y nieve.
Usuario Tu pupila es azul, y cuando ríes,
ResponderEliminarsu claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana,
que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y cuando lloras,
las trasparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea,
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.
Duele amar,
ResponderEliminarcuando no eres correspondido,
cuando todas las cosas,
se quedan en el olvido.
Duele amar,
a la persona equivocada,
de la que siempre te dijo,
que mucho te amaba.
Duele amar,
sin ser amado,
pero duele más,
estar equivocado.
Por eso,
y por muchas cosas más,
verdad que duele amar......